¡Hola! ¡Soy David Jurok! ¡Escritor colombiano, autor de “el navegante de las pesadillas” y “el ladrón de llaves” y esta noche estaré en tus sueños!
Si quieres leer un poco de mi trabajo: el navegante de las pesadillas / el ladrón de llaves.)
Hoy se celebra el día del hombre así que:
¡FELIZ DÍA DEL HOMBRE!
La primera persona en felicitarme en la mañana fue la enfermera del lugar donde trabajo. Mis estudiantes señalaron que ni siquiera yo mismo, siendo hombre, tenía presente el día. Por mi parte simplemente no doy importancia a cuestiones tan materiales como el género cuando para mí el cuerpo humano es simplemente la vestidura del alma, el vehículo que usamos para existir en el planeta tierra.
¡Feliz día del Mazda! ¡Feliz día del Toyota!
Pero recuerden: no somos el vehículo sino el conductor.
Lo que me causó curiosidad igual que a todo el mundo es que el Día de la Mujer es un acontecimiento muy importante que se celebra en todas partes: hay material publicitario, se mueve el comercio, se rinde tributo a grandes mujeres de la historia. ¿Qué hay del día de nosotros los hombres? ¿Por qué la apreciación que se le da al género es tan limitada?
Se supone que es por algo llamado “el patriarcado opresor”, un sistema cultural con ciertas connotaciones y roles definidos que, según la masa sensacionalista de Internet, los hombres amamos. Gran mentira.
Hoy quiero traer un poco de iluminación y empatía al mundo, contando a todos las cinco maravillosas “ventajas” de haber crecido como hombre en la sociedad patriarcal de principios del siglo XXI.
Empecemos:
(Imágen: Bess Hamiti, Pexels)
1) No se nace siendo hombre.
Cuando yo era niño a finales de los noventa y principios de los 2000s, la hombría era un calificativo temporal que se adquiría a través de cumplir con una serie de imposiciones ridículas y eras fuertemente criticado si no las llevabas a cabo. Tenías que ser agresivo, irracional, tosco, sucio, indelicado, inculto… y si no lo eras, si eras amable, limpio o razonable te consideraban una de dos peores cosas que, dentro de aquel esquema, representaban la destrucción absoluta de un individuo: eras “mujer” o “gay”. Nunca entendí el esquema: mi padre es un hombre de mente abierta, fui criado por mujeres y el tío más divertido y exitoso de mi familia era gay.
Al llegar a la pubertad todo se ponía aún peor: para ser considerado “hombre” necesitabas vivir veinticuatro horas, siete días pensando en sexo, en un estado de constante arrechera y calentura, mirando a cada mujer sobre la faz de la tierra como un pedazo de carne y morboseando en voz alta para que todos te vieran. Tenías que vivir el importaculismo y la insensibilidad al extremo. Tener emociones era gay y así estaba construido el ecosistema del género en países atrasados como el mío. Algunos seguían el esquema felizmente, otros no tan felizmente, pero los que nos rehusábamos a seguirlo eramos alienados de una forma muy particular: no eramos parte de la manada sino una especie de animal diferente, como un ente que no cuadraba en ninguna parte.
Extrañamente, esos entes sin denominación nos convertimos en las personas más interesantes de adultos, pues la expectativa y el producto final de la sociedad machista no era precisamente un buen modelo a seguir.
2) El producto final de la sociedad machista.
La meta final era convertirse en un peludo barrigón que mira fútbol nacional, toma cerveza, va al estadio, dice groserías, baila cumbia, tiene la foto de Amparo Grisales de fondo de pantalla, le pega a la mujer, morbosea a las niñas de quince, rinde tributo a la ignorancia, y se cree superior al otro género con nada a su favor además de “viveza” y “malicia indígena” (los dos términos que resumen los peores defectos de la sociedad latinoamericana).
(Imágen: Stranger Things, Matt & Ross Duffer, Netflix 2016)
3) La violencia contra nosotros no sólo era aceptada, era promovida y celebrada.
A las niñas no se les pega, ergo, puedes golpear a los niños.
¿Un sofisma? sí, pero uno muy presente en la mentalidad de nuestra sociedad, uno que en cierto nivel persiste hasta hoy.
Y es que a la mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa pero a los hombres puedes y DEBES golpearlos, pues eso te convierte automáticamente en alguien fuerte y valiente. Dentro del mundo de los hombres era como un logro de la PlayStation: golpear a alguien, herir a otro individuo, no lo veías en la pantalla pero sabías que existía, que era real y tu masculinidad aumentaba automáticamente si eras un buen usuario de la violencia.
¿Y si alguien más grande te golpea? ¡Pues TÚ golpea más fuerte! ¡Los hombres no lloran! ¿Y si una mujer te golpea? Prepárate para que todos se burlen de ti: hasta los policías que reciben denuncias de violencia intrafamiliar hacia hombres se reventaban de risa y ver hombres siendo golpeados era un gag recurrente en comedias y dramas de televisión.
Te invito a leer El ladrón de llaves, un libro sobre la mente humana, el poder que nos controla y el Nirvana. Nunca volverás a ser el mismo. Click Aquí
4) El papel del hombre en la sociedad patriarcal de los últimos siglos.
Las cosas como son: el hombre tenía un papel privilegiado, tan lleno de derechos y posibilidades, tan dominante, poderoso, excelso y con una vida tan envidiable… pero sólo mientras fuera rico, blanco y heterosexual; de no ser así, su vida era una basura.
¡Y ya lo dije! ¡Alguien tenía que decirlo y ya lo dije!
Las mujeres no podían votar, estudiar, tener trabajos que pagaran igual o salir al mundo, eso nadie lo discute, todos sabemos que la vida de la mujer a través de la historia fue muy difícil, pero el papel del hombre consistía en trabajar como perro para sostener a una familia y su valor era contado en dólares o cualquiera que fuera la moneda que se manejara en su mediocre y atrasada aldea, por lo tanto su “privilegio” era directamente proporcional a su billetera. El hombre era considerado un “proveedor” (¡y está en la biblia, queridos hermanos!), una máquina de entregar supervivencia y comodidades a través de pasar doce horas en una fábrica sumido en la esclavitud. Con suerte sería obligado a ir a la guerra para ser carne de cañón en uno de los incesantes conflictos de nuestra espantosa historia humana.
5) Cargando con un estigma
Digamos las cosas de frente: la violencia de género existe a causa de esta construcción social de la que apenas estoy expresando lo visto desde los ojos de un niño, adolescente y joven adulto latino, pero ese contexto histórico de opresión y abuso hacia la mujer fue tan lamentable que trae algo más que un deseo de cambio: misandria, odio y una especie muy particular de estigma social hacia los hombres donde se nos trata como culpables por crímenes que jamás cometimos y con los que nunca podríamos estar de acuerdo.
Las redes promueven un resentimiento cutre que fomenta un deseo de venganza absurdo hacia los hombres que NO REPRESENTA EL FEMINISMO AUTÉNTICO SINO LO CONTAMINA.
Y es que a muchas de esas personas de redes les sorprendería saber que muchos hombres, históricamente, han dirigido causas feministas, y eso es de esperarse: todos tenemos madres, hermanas, amigas, compañeras de trabajo, primas, y mujeres a nuestro alrededor a las que defendemos y apreciamos, y otros además hemos leído a todos los autores que hay que leer para entender las cosas como son y no percibir el movimiento como una “amenaza a la virilidad” o alguna ridiculez semejante (y tampoco verlo como ese package de odio, vandalismo y misoginia que nada tiene que ver con tantos grupos que promueven causas importantes).
¿Qué es el verdadero feminismo?
Un movimiento que busca que ambos géneros tengamos los mismos derechos, libertades, posibilidades, oportunidades económicas, políticas, sociales, personales y académicas, así como la eliminación total de la violencia y la opresión hacia la mujer. Es decir: es simplemente lo que es lógico y sensato, nada más; no es un concepto violento o una moda cutre sino lo natural, justo y obligatorio para convertirnos en una sociedad que no nos avergüence ante los extraterrestres que seguramente se llevan la palma a la frente cada vez que echan un vistazo hacia nuestro planeta.
Y por esto, queridos hermanos: LOS HOMBRES INTELIGENTES SOMOS FEMINISTAS.
Si eres hombre y eres feminista comparte este artículo en tus redes sociales.
Si tienes alguna opinión en particular, estás de acuerdo o difieres, escríbeme en la caja de comentarios y cuéntame lo que piensas, o sígueme en Facebook y déjame tu comentario.
Sígueme en redes sociales: Facebook, Instagram y Youtube.
¡Soy David Jurok y te mando un abrazo onírico!